Hacer equipo es uno de los grandes
placeres y ayudas de la vida. Placeres, porque no hay nada como
compartir un éxito, un triunfo, un logro, un objetivo conseguido...
Podemos sentir felicidad haciendo las cosas en solitario, mas está
en nuestra naturaleza compartir la alegría, celebrarlo en
compañía, le falta color a la celebración en solitario, no sabe
igual si es que fuera posible celebrar algo en soledad. Esta frase
surgió escuchando un anécdota de una alpinista, que al llegar a la
cima de un ocho mil se encontró allí a un hombre sólo esperando, y
al acercarse, este la abrazó para celebrar con ella la cima. Estaba
allí solo, arriesgando su vida con cada instante que pasaba, más
necesitaba celebrar y compartir esa cima con alguien, no quería
vivirlo solo.
Tener con quien celebrar los triunfos
es algo que también nos puede animar más a conseguirlos, ya no lo
haces sólo por ti, incluyes a alguien más en tu motivación. Hacer
equipo también es trascender lo que uno puede alcanzar por sí solo,
ser más de lo que ya eres, ser más que tus logros individuales,
serás también parte de los logros que ayudaste a conseguir a los
demás, esta es otra sensación sin igual, no te cabe en el pecho.
Hacer equipo, sumar con alguien, sumar para algo, es una gran
oportunidad que tenemos en la vida. Sirve para la pareja, la familia,
los amigos, el trabajo, para cualquier modalidad de relación humana
que se nos ocurra, uno de nuestros poderes es sumar al equipo,
colaborar y celebrar los triunfos comunes y ajenos.
Un equipo sin duda siempre es mas
fuerte que cualquiera de las partes que lo componen, incluso es más
que la suma de todas las partes al crearse sinergias entre las
partes, explicado muy rápido, sinergia es 1+1=3. Lo bueno de un
equipo es que no es una cadena, con lo cual no es tan débil como el
más débil de los eslabones, en un equipo las partes se potencian y
superan su valor en aislado.
Un equipo también es una comunidad de
personas que se cuidan unas a otras y suman al equipo que han creado,
se ocupan del cuidado y crecimiento del equipo. Esto puede verse en
determinados trabajos, en determinados grupos. Tiene una función
mental muy saludable para cada persona, pues nos hace sentirnos parte
de algo mayor que nosotros, nos hace sentirnos integrados. En cierta
medida da un significado y valor a nuestra vida el formar parte de algo mayor que nosotros mismos. Saber que podemos hacer algo por algo mayor que nosotros,
que nuestra vida y actuación marcan una diferencia en algo, eso
aunque sea de manera no consciente, nos serena. Como todo, la
relación y el papel que adoptemos en el equipo puede sumarnos o
restarnos, hay muchas maneras de actuar dentro de un equipo y llegar
a formar un buen equipo requiere de su tiempo, buen hacer,
comunicación y voluntad de los integrantes que lo componen.
Team building, literalmente
construcción de equipos, es otra de las ramas de actuación del
coaching más aplicadas desde hace mucho, antes incluso de la
aparición de la palabra coaching. Aprender las técnicas y
habilidades más eficaces para la construcción y desarrollo de un
buen equipo, en el que cada miembro tenga la oportunidad de aportar
lo mejor de sí mismo y se encuentre con unas condiciones que
favorezcan ese desarrollo, eso es un gran trabajo y un gran
aprendizaje. No vamos a entrar hoy en esas técnicas y habilidades,
hoy quiero reflexionar sobre los beneficios y las intenciones, que
obtenemos y qué intención tenemos dentro de un equipo.
Hay personas que forman equipos con su
pareja, compañeros de trabajo, amigos, familiares, y entienden el
equipo como un proveedor de satisfacciones y poco más. Un equipo en
el cual estas personas tienen una serie de beneficios y derechos por
pertenecer a ello, y quizá se olvidan de los deberes u obligaciones
que implica el mantenimiento de un equipo. Una pregunta que me
planteo frecuentemente cuando pienso en los equipos de los que formo
parte es “¿Qué estás aportando al equipo?”, yo veo los equipos como
fondos comunes, de habilidades, de emociones, de intereses, de
objetivos, donde cada cual aporta lo mejor de sí mismo, o esa es mi
idea. Tristemente nos encontraremos a lo largo de la vida (espero que
cada vez con menos frecuencia) con personas que no aportan mucha
calidad al grupo, o grupos que lejos de ser un ambiente propicio para
la creación de algo que nos interesa, resultan ser grupos que nos
consumen tiempo y energía sin contraparte positiva. Confío en que
seremos lo suficientemente avispados para o bien cambiar esa
realidad, o elegantemente alejarnos de ello.
En la actual educación académica
formal, echo en falta una formación en inteligencia emocional y
habilidades sociales... (vamos a sumar al propósito de suplir estas
carencias, en la medida de nuestro alcance, a través de nuestro proyecto de academia,
ya os contaré más, aún está en incubación). Aprender a
relacionarnos es algo que se aprende por libre en la vida, en casa,
en la familia... creo que nunca me examinaron de ello por escrito, y
sin embargo me parece de lo más habitual y útil, aprender a
relacionarnos con el resto de personas, comunidades, grupos, equipos,
sociedades.
Todos podemos sumar a algo, y creerme,
verlo de manera egoísta si queréis, es muy beneficioso. Cuando
sumamos al proyecto de alguien, cuando ayudamos a que alguien consiga
un reto, espero que todos lo hayáis hecho alguna vez, la sensación
cuando lo logra y lo celebra es incomparable. Obviamente en función
del reto alcanzado es mayor o menor, pero cuando el reto es
importante, es algo vital para la persona que lo lleva a cabo, la
sensación se escapa de toda medida posible, ayudar en algo así no
tiene comparativa. Cuando sientes que esa persona crece, nosotros
crecemos con ella. Hace tiempo leí algo como esto, no sé a quién pertenece, “Yo
soy yo y mis circustancias, y si no las salvo a ellas, no me salvaré
a mi”, creo que era algo así. El caso es que cuando descubrí esa
reflexión quizá estaba viviendo una de las etapas más competitivas
y de autosuficiencia de mi vida. Me creía totalmente autosuficiente,
no necesitaba nada de nadie y yo era capaz de superar todo cuanto me
propusiera, estaba en pleno desarrollo de todo lo reunido y aprendido para llegar
a ser un super hombre, y funcionaba.
Mentalmente lo llevé al extremo,
“Cuanto más nos elevamos, más pequeños parecemos a quienes no
saben volar”, esta reflexión puede inflarnos el ego, esa sensación de
superioridad... o tocarnos la fibra de la soledad. Recordé la
maldición de la inmortalidad, ver morir a tus compañeros y amigos,
no me he leído tropocientos libros de superhombres, vampiros e
inmortales para nada, es una de las condenas de la inmortalidad.
Somos seres sociales, somos humanos en la medida en la que nos
relacionamos con humanos, de poco nos sirve tenerlo todo si no
tenemos iguales con quien compartirlo, con quien vivirlo, sufrirlo y
disfrutarlo. Por un tiempo quizá nos seduzca la idea de ser
superiores a todos, inmortales incluso, quizá necesitemos entonces
unos cuantos siglos para descubrir la tristeza de lo todo lo que
perdemos con ello y conceder de nuevo todo su valor a la sensación
de conexión. Reconocer de nuevo el regalo que se encuentra en la
condición de ser humanos, lo que nos hace humanos, sentir como
humanos, compartir la vida y las emociones con otros humanos, porque
la vida compartida sabe mejor.
No hay nadie tan triste como quien no
tiene con quien llorar o reir, no hay nadie tan feliz como quien
tiene con quién compartir lo mucho o poco que tenga en la vida. No
hay nada como saber que sumas a la felicidad de la vida de alguien.
Pierde entonces toda su importancia el llegar más lejos, más alto,
más rápido, sino es con alguien al lado, y curiosamente, la vida es
así de curiosa, llegaremos más lejos y más alto si vamos
acompañados, quien sabe si más rápido, más desde luego, el
recorrido tendrá otro sabor.
Cuando has crecido, has triunfado en lo
que te has propuesto, has aprendido a volar y has tocado el cielo con
tus manos, entonces es cuando uno vuelve de sus viajes, de sus
aventuras, de sus experiencias, con los ojos brillantes y la memoria
llena de todas las maravillas que ha descubierto. Entonces uno
vuelve, y ofrece lo que ha encontrado, humilde como la tierra se
convierte en el sustento para que otros puedan crecer, eso es lo que
los maestros hacen, porque sí, volar es algo increíble... más
increíble aún es volar y poder vivirlo junto a alguien.
Compartir es vivir, nos decían de
pequeños... compartir no es tener menos cada uno (eso es dividir),
compartir es tener más entre todos, probad a encontrar aquellas
cosas que compartidas crecen y viviréis que compartida la vida sabe
mejor!! A disfrutar la vida! Está en nuestras manos :)
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