Siguiendo en la línea de
actividades de aventura que se practican tanto en medio urbano como
rural, ahora mismo también está en auge la slack-line. Slack-line,
o cuerda floja en castellano. Es esta actividad de hacer equilibrios
en una cinta plana, tubular o mismamente una cuerda, se empieza
manteniendo el equilibrio y caminando sobre la línea para luego ir
complicándonos más el asunto con acrobacias y trucos.
Parece algo innato en el
ser humano, ¿verdad? El más difícil todavía, el “mira mamá sin
manos!”. Una vez que dominamos algo, esa sensación de reto
desaparece y es entonces cuando subimos el listón de dificultad,
para sentir la misma emoción al superar un desafío que esté a
nuestra nueva altura. Nos gusta hacerlo difícil, luego a veces nos
quejamos de que la vida no es fácil, pero si la vida fuera fácil...
¿qué sería de la aventura?
Yo conocí la slackline
en el rocódromo de ciudad universitaria. Mientras descansabas los
brazos petados de escalar, la cuerda floja se descubría como un
complemento perfecto para la escalada, no cansa brazos y una mejora
en el equilibrio siempre es útil. Creo que el primer día no hice
gran cosa, pero me picó lo suficiente para hacerme una slackline por
mi cuenta y practicar siempre que quisiera. Una slackline no abulta
mucho, pesa poco y se puede montar fácilmente en muchos sitios, se
ha convertido en un elemento habitual en la mochila de
primavera-verano. He observado a muchas personas dando sus primeros
pasos y he aprendido de casi todas las personas con las que he
compartido un rato junto a la cinta.
Es curioso subirse a una
cinta y ver cómo te devuelve tu desequilibrio. La cinta no tirita,
la cinta no tiembla ni vibra por si sola, te devuelve lo que tú le
transmites. Todo tu juego sobre la cinta depende de ti, si estás
sereno y en equilibrio podrás pasear por la cinta. Si estás
nervioso y tiemblas harás que la cinta tiemble y caerás más pronto
o más temprano. Para mí tiene demasiado parecido con la vida...
Hay quienes al principio
se suben a una cinta y corren sobre ella hasta que caen o llegan al
otro extremo. Curiosamente no han mantenido el equilibrio en ningún
momento. Para mí reflejan un comportamiento que podemos observar en
la vida a la hora de afrontar problemas “huir hacia adelante”. No
están en equilibrio y corren esperando pasar ese momento lo más
rápido posible, que acabe ese momento que escapa de su control
cuanto antes, es un trago amargo que apurar en seguida. Cuando lo han
hecho unas cuantas veces se dan cuenta que o bien no controlan nada y
para ellos terminar la cinta es cuestión de suerte, o llegan al
final de la cinta siempre y una vez allí pierden el interés por la
actividad pues ni han disfrutado el proceso ni le ven mucha más
proyección.
Para mí la slackline es
equilibrio y cuestión de tiempo, no de distancia. Si consigues
mantenerte en equilibrio prolongado y dar un paso equilibrado podrás
dar otro más, y otro, y así cuantos quieras. Una vez que has
dominado el caminar, puedes dominar el correr, saltar, sentarte,
tumbarte, girar... Cuando has aprendido y dominado más movimientos
puedes elegir qué más hacer, si sabes hacer más cosas puedes
elegir, si no dominas nada más quizá tu única opción sea siempre
correr. Lo mismo pasa en la vida “quien sólo tiene un martillo
trata todas las cosas como si fueran clavos”.
Aunque el equilibrio sea
un sentido relacionado con el aparato del oído, tomamos referencias
visuales, nos equilibramos externamente con respecto al horizonte.
Uno consigue corregir mejor las derivas cuando fija una referencia
lejana que cuando la referencia está demasiado cerca. En la
slackline y en la vida podemos encontrar también ventajas del
enfoque a larga distancia. Si tenemos una referencia claramente
definida podremos orientarnos respecto a ella. Si carecemos de
referencia, está poco definida, o cambia a cada paso que damos será
algo más complicado situarnos y corregir nuestra trayectoria. Un
punto lejano de referencia ayuda a mantener mejor el equilibrio en la slackline, una meta clara en
la vida también.
Si caemos hacia un lado,
el modo en el que corrijamos hará que nos caigamos hacia ese lado si
no hemos corregido suficiente o por el contrario que caigamos hacia
el otro si nos hemos pasado volcando el peso al lado contrario.
También en cómo corregimos esos desequilibrios podemos encontrar
similitudes con la vida, hay quienes corrigen de manera brusca y
rápida provocando entonces un desequilibrio hacia el otro lado. Hay
quienes lo hacen de forma más serena con movimientos suaves que les
acercan al punto de equilibrio sin alejarse mucho de ello hacia
ningún lado. Hay quienes viven entre grandes desequilibrios y pasan
su vida entre un extremo y el otro, con breves instantes en el punto
medio. Hay quienes se encuentran bastante próximos al punto medio,
corrigiendo sus desequilibrios de manera serena y sin alejarse mucho
del punto medio.
Termino citando a
Aristóteles que ya dijo “La virtud se encuentra en el término
medio”. En la slackline situarnos en el punto medio nos permite
mantenernos equilibrados y desplegar nuestro abanico de trucos sobre
la cinta. En la vida situarnos en nuestro punto medio, quizá nos
permita encontrarnos más a gusto con nosotros mismos y disfrutar
mejor de la vida.
¿Cómo caminas por la
vida? ¿Dónde está tu término medio? ¿Tienes una referencia clara
en tu vida? ¿Cómo corriges cuando te desvías? ¿Disfrutas el
camino?
Originalmente publicado en Diario Mistral
Me encanto esto, asi me siento cada vez que subo a la línea
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