miércoles, 7 de agosto de 2013

Filosofía de Aventura - Senderismo y orientación

Empecemos por los principios.

Las primeras preguntas de la filosofía, y creo que también las más básicas que rigen nuestra vida son: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? La respuesta es personal para cada uno, incluso cambian con el paso del tiempo.


Aquí la relación más que obvia entre filosofía y aventura es la actividad tan habitual de senderismo y orientación. Todos hemos practicado senderismo, consciente o inconscientemente, voluntaria o forzosamente. Es lo que hay, hay que caminar para llegar a casi cualquier parte. Luego cada cual camina a su ritmo y con su estilo, más rápido, más despacio, disfrutando más, sufriendo más, parándose a disfrutar los paisajes, o sin parar buscando mejorar los tiempos récord... cada uno con su estilo.

Hay mucho que se puede relacionar de filosofía y orientación, la orientación es una actividad típica en los talleres de coaching vivencial, outdoor training y team building para empresas, trabajadores y directivos. Nos servimos de la orientación para exponer de manera práctica y vivencial, esto significa que lo vamos a vivir en nuestras carnes además de en nuestra mente, el sentido y significado de tener unas metas marcadas, unos puntos de control o checkpoints y una ruta planeada, así como algunas rutas de escape si fueran necesarias.

Creo que todo lo que se puede aplicar a la mejora de la empresa se puede, y en mi opinión se debería primero, aplicar a la mejora personal. Mejores personas dan en primer lugar mejores personas que para mí es el principal objetivo, y estas mejores personas se pueden traducir luego en mejores padres, mejores parejas, mejores amigos, mejores trabajadores, mejores empresarios... pero primero mejores personas.


¿Quiénes somos? es una pregunta que no vamos a tratar hoy. La respuesta puede ser tan fácil y compleja como: somos todo lo que pensamos, sentimos y hacemos. Y así disfrutamos de la vida, o no.

Las preguntas básicas de la orientación son: ¿Dónde estamos? ¿A dónde queremos llegar? ¿Y cómo? Sería muy interesante saber dónde estamos dentro de nuestro plano de la vida, saber luego a dónde queremos llegar, en un primer lugar o como meta final, para después trazar una ruta hasta allí. Ir, malamente dicho, “a la aventura” por la montaña sin un mapa, sin una brújula y sin una ruta preparada, puede dar lugar a ciertas aventuras, más disfrutosas o menos agradables, con final feliz o no tanto, y para muestra la buena cantidad de películas que hay al respecto. Como en todo, primero aprendamos con lo fácil y después ya innovaremos con lo más difícil.

Las primeras veces que caminamos por la montaña o la naturaleza solemos ir acompañados por alguien que conoce la ruta, o tomamos rutas bien conocidas, definidas y transitadas por más personas. Estas rutas transcurren por senderos, caminos bien definidos. No hace falta mucho mapa ni brújula, sólo seguir el sendero, sólo seguir las huellas del paso de otros muchos pies antes que los nuestros. Esto es lo bueno de los métodos de eficacia comprobada ya establecidos, que sabemos por dónde van y a dónde llevan.

Un sendero, un camino, no surge de una sola vez que se recorre, surge después de muchas veces recorrido del mismo modo y por el mismo sitio, de este modo se va creando huella. De este modo marcamos y creamos un camino, una manera de llegar hasta una meta, que es fácil de seguir, fácil de encontrar y continuar. No hace falta que estés muy pendiente, es difícil perder la senda, y como es fácil seguir la senda puedes caminar relajado y disfrutar del paisaje, de la compañía y la charla si quieres.


Aquí curiosamente estamos hablando también de hábitos personales y neuroanatomía, la manera en la que constituimos hábitos en nuestra vida y marcamos recorridos en nuestro cerebro que nos permiten realizar estas tareas de modo fácil y casi inconscientemente, de manera automática. Como conducir un coche, los primeros meses estamos muy pendientes de todo, y con el tiempo podemos mantener conversaciones a la vez que conducimos o dejarnos distraer por la música y llegamos a casa sin mucho recuerdo consciente del camino recorrido. Los hábitos que adquirimos y reforzamos pueden facilitarnos en la vida determinadas cosas positivas, o negativas, como los malos vicios, estos no son otra cosa que malos hábitos adquiridos.

Los senderos son grandes ayudas para llegar de manera más fácil a determinados puntos, esos puntos son comunes y visitados por más personas. Para llegar a puntos más exclusivos, menos visitados, menos conocidos, más privados y personales, tenemos que pasar entonces al siguiente nivel y servirnos de nuestro mapa, nuestra brújula y nuestra capacidad para trazar rutas y saber seguirlas. Esto será tratado en próximos textos.


De momento quedémonos con las preguntas, los mapas, las metas y los senderos. ¿Sabes dónde estás? ¿Tienes un mapa de tu vida? ¿Tienes metas definidas? ¿Puedes servirte de algún sendero o hábito conocido para aproximarte a alguna de tus metas?

Reeditado del original publicado en Diario Mistral.

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