Empecemos por los
principios.
Las primeras preguntas de
la filosofía, y creo que también las más básicas que rigen
nuestra vida son: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde
vamos? La respuesta es personal para cada uno, incluso cambian con el paso del tiempo.
Aquí la relación más
que obvia entre filosofía y aventura es la actividad tan habitual de
senderismo y orientación. Todos hemos practicado senderismo,
consciente o inconscientemente, voluntaria o forzosamente. Es lo que
hay, hay que caminar para llegar a casi cualquier parte. Luego cada
cual camina a su ritmo y con su estilo, más rápido, más despacio,
disfrutando más, sufriendo más, parándose a disfrutar los
paisajes, o sin parar buscando mejorar los tiempos récord... cada
uno con su estilo.
Hay mucho que se puede
relacionar de filosofía y orientación, la orientación es una
actividad típica en los talleres de coaching vivencial, outdoor
training y team building para empresas, trabajadores y directivos.
Nos servimos de la orientación para exponer de manera práctica y
vivencial, esto significa que lo vamos a vivir en nuestras carnes
además de en nuestra mente, el sentido y significado de tener unas
metas marcadas, unos puntos de control o checkpoints y una ruta
planeada, así como algunas rutas de escape si fueran necesarias.
Creo que todo lo que se
puede aplicar a la mejora de la empresa se puede, y en mi opinión se
debería primero, aplicar a la mejora personal. Mejores personas dan
en primer lugar mejores personas que para mí es el principal
objetivo, y estas mejores personas se pueden traducir luego en
mejores padres, mejores parejas, mejores amigos, mejores trabajadores, mejores empresarios... pero
primero mejores personas.
¿Quiénes somos? es una
pregunta que no vamos a tratar hoy. La respuesta puede ser tan fácil y compleja como: somos
todo lo que pensamos, sentimos y hacemos. Y así disfrutamos de la
vida, o no.
Las preguntas básicas de
la orientación son: ¿Dónde estamos? ¿A dónde queremos llegar? ¿Y
cómo? Sería muy interesante saber dónde estamos dentro de nuestro
plano de la vida, saber luego a dónde queremos llegar, en un primer
lugar o como meta final, para después trazar una ruta hasta allí.
Ir, malamente dicho, “a la aventura” por la montaña sin un mapa,
sin una brújula y sin una ruta preparada, puede dar lugar a ciertas
aventuras, más disfrutosas o menos agradables, con final feliz o no
tanto, y para muestra la buena cantidad de películas que hay al
respecto. Como en todo, primero aprendamos con lo fácil y después
ya innovaremos con lo más difícil.
Las primeras veces que
caminamos por la montaña o la naturaleza solemos ir acompañados por
alguien que conoce la ruta, o tomamos rutas bien conocidas, definidas
y transitadas por más personas. Estas rutas transcurren por
senderos, caminos bien definidos. No hace falta mucho mapa ni
brújula, sólo seguir el sendero, sólo seguir las huellas del paso
de otros muchos pies antes que los nuestros. Esto es lo bueno de los
métodos de eficacia comprobada ya establecidos, que sabemos por dónde van y a dónde llevan.
Un sendero, un camino, no
surge de una sola vez que se recorre, surge después de muchas veces
recorrido del mismo modo y por el mismo sitio, de este modo se va
creando huella. De este modo marcamos y creamos un camino, una manera
de llegar hasta una meta, que es fácil de seguir, fácil de
encontrar y continuar. No hace falta que estés muy pendiente, es
difícil perder la senda, y como es fácil seguir la senda puedes
caminar relajado y disfrutar del paisaje, de la compañía y la
charla si quieres.
Aquí curiosamente
estamos hablando también de hábitos personales y neuroanatomía, la
manera en la que constituimos hábitos en nuestra vida y marcamos recorridos en nuestro cerebro que nos permiten realizar estas tareas de
modo fácil y casi inconscientemente, de manera automática. Como
conducir un coche, los primeros meses estamos muy pendientes de todo,
y con el tiempo podemos mantener conversaciones a la vez que
conducimos o dejarnos distraer por la música y llegamos a casa
sin mucho recuerdo consciente del camino recorrido. Los hábitos que adquirimos y reforzamos pueden facilitarnos en la vida determinadas cosas positivas, o negativas, como los malos vicios, estos no son otra cosa que malos hábitos adquiridos.
Los senderos son grandes
ayudas para llegar de manera más fácil a determinados puntos, esos
puntos son comunes y visitados por más personas. Para llegar a
puntos más exclusivos, menos visitados, menos conocidos, más
privados y personales, tenemos que pasar entonces al siguiente nivel
y servirnos de nuestro mapa, nuestra brújula y nuestra capacidad
para trazar rutas y saber seguirlas. Esto será tratado en próximos
textos.
De momento quedémonos
con las preguntas, los mapas, las metas y los senderos. ¿Sabes dónde
estás? ¿Tienes un mapa de tu vida? ¿Tienes metas definidas? ¿Puedes servirte de algún
sendero o hábito conocido para aproximarte a alguna de tus metas?
Reeditado del original publicado en Diario Mistral.
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