En estos días, debido a la crisis
económica, financiera, política, moral, ética... la crisis del
tipo que sea, estamos viendo que muchas cosas cambian. Muchas
situaciones se vuelven insostenibles y hay que hacer cambios quizá
drásticos. Muchas personas lo pasan realmente mal y tienen que tomar
decisiones difíciles. Personas que emigran de su ciudad o del país,
incluso personas que acaban en la calle y se ven obligadas a pedir
dinero y mendigar.
Cierto que hay personas en situación de necesidad que quizá no ven otra alternativa más que mendigar, pero también es cierto, por si alguien lo desconoce, que existen redes de mendigos “profesionalizados” y organizados. Mendigar es un negocio. Los lugares para ponerse a pedir están valorados y repartidos, hay “mafias” que los controlan. Los carteles y papeles que reparten contando su situación y penurias empiezan a estar extrañamente estandarizados, parece que hay un método, una técnica desarrollada para pedir, para dar más pena, para tocar nuestra fibra sensible. Las mismas historias o muy parecidas, faltas de ortografía estratégicamente situadas... me estoy volviendo loco o alguien más se ha dado cuenta??
Quizá suena dura esta reflexión, pero cuando damos dinero a estas personas que piden por la calle mediante la técnica de darnos pena, haciendo gala de sus miserias... ¿a qué estamos contribuyendo? Estamos contribuyendo a perpetuar ese modelo, esa manera de obtener dinero, dando pena, vendiendo miseria. Los que venden pena están expandiendo una energía muy poco interesante a mi parecer, y al darles lo que piden estamos reforzando su actividad, estamos reforzando su elección de conseguir dinero de esta manera y no de otra.
También es cierto que no todos venden penas, hay también personas que proponen intercambios de dinero por otras cosas: tocan música, recitan poesía, monólogos, chistes, hacen figuras con globos, latas, alambre, papel, dibujos... Proponen un intercambio: dinero por algo; una canción, provocarnos una sonrisa, sacarnos una carcajada, sumar algo de belleza a la vida. Están aportando algo positivo, en vez de expandir tristeza.
Cierto que hay personas en situación de necesidad que quizá no ven otra alternativa más que mendigar, pero también es cierto, por si alguien lo desconoce, que existen redes de mendigos “profesionalizados” y organizados. Mendigar es un negocio. Los lugares para ponerse a pedir están valorados y repartidos, hay “mafias” que los controlan. Los carteles y papeles que reparten contando su situación y penurias empiezan a estar extrañamente estandarizados, parece que hay un método, una técnica desarrollada para pedir, para dar más pena, para tocar nuestra fibra sensible. Las mismas historias o muy parecidas, faltas de ortografía estratégicamente situadas... me estoy volviendo loco o alguien más se ha dado cuenta??
Quizá suena dura esta reflexión, pero cuando damos dinero a estas personas que piden por la calle mediante la técnica de darnos pena, haciendo gala de sus miserias... ¿a qué estamos contribuyendo? Estamos contribuyendo a perpetuar ese modelo, esa manera de obtener dinero, dando pena, vendiendo miseria. Los que venden pena están expandiendo una energía muy poco interesante a mi parecer, y al darles lo que piden estamos reforzando su actividad, estamos reforzando su elección de conseguir dinero de esta manera y no de otra.
También es cierto que no todos venden penas, hay también personas que proponen intercambios de dinero por otras cosas: tocan música, recitan poesía, monólogos, chistes, hacen figuras con globos, latas, alambre, papel, dibujos... Proponen un intercambio: dinero por algo; una canción, provocarnos una sonrisa, sacarnos una carcajada, sumar algo de belleza a la vida. Están aportando algo positivo, en vez de expandir tristeza.
A todas estas personas
hay que reconocerles algo muy importante y valioso, su valor; su
coraje, la valentía de salir a la calle y vencer su vergüenza,
su vergüenza a pedir o su vergüenza a ofrecer lo que saben hacer.
Esta vergüenza es una barrera que a muchas personas nos cuesta
superar. El miedo al rechazo, a la burla, al qué dirán... Está
socialmente aceptado vender nuestro tiempo, nuestras habilidades,
conocimientos y capacidades a empresas. Nos vendemos en entrevistas
de trabajo, nos vendemos por un sueldo. Vendemos nuestro tiempo por
un sueldo. Vendemos nuestra productividad por un sueldo. Nos vendemos a empresas y a jefes concretos, y no nos
atrevemos a vender nuestras ideas y nuestra creatividad nada más que
a nuestros jefes. ¿Nos da vergüenza vender nuestras ideas? ¿Nos da
vergüenza ofertar nuestras habilidades?
Hay quienes ya han superado esa vergüenza, con humor y con valor, como es el caso de este chico que salió a la calle a venderse y encontrar un trabajo. Podréis leer en su blog que ha triunfado, está saturado de respuestas.
Las situaciones de crisis
nos obligan a encontrar nuevas maneras de hacer las cosas, nos
volvemos a replantear las cosas. Y entre muchas de las cosas
positivas que tienen las crisis, una muy importante es que las
personas vuelven a pensar, dejar de actuar automáticamente, se
vuelven a cuestionar las cosas. Las personas se dan cuenta de que hay
cosas que tienen que cambiar y afloran las nuevas ideas para mejorar
el mundo. Nuevas iniciativas, antiguos y nuevos sueños, antiguas y
nuevas maneras de hacer las cosas. Volvemos a lo básico, a poner los
pies en la tierra, pero sin olvidarnos de tener la cabeza y la vista
puesta en el cielo. Quizá volvamos a lo natural, a lo ecológico, a
lo sostenible, al comercio y desarrollo justo y sostenible. Quizá
pasemos de la era de la estética a la era de la ética y la
transparencia, desaprendamos y reaprendamos maneras de entender la
vida y las relaciones sociales.
Gana fuerza y presencia el consumo responsable y la economía consciente. Dinero y conciencia, grandísimo libro, y hasta donde sé de lo que he podido hablar con él, Joan Melé es un gran tipo con buenas ideas y un mensaje claro que transmitir. ¿Los bancos son malos o hacen una función social? Los bancos gestionaban el dinero, y de este modo podían conectar el dinero de las personas con dinero pero sin intención de usarlo, con las personas con ideas y sin dinero para llevarlas a cabo. Bueno, la confianza en determinadas entidades bancarias se pierde y surgen nuevas relaciones económicas y sociales. Nuevas maneras de entender y practicar la economía surgen, banca ética, banca social, cooperativas financieras, crowfunding, teaming, mecenazgo, autopatrocinios...
Gana fuerza y presencia el consumo responsable y la economía consciente. Dinero y conciencia, grandísimo libro, y hasta donde sé de lo que he podido hablar con él, Joan Melé es un gran tipo con buenas ideas y un mensaje claro que transmitir. ¿Los bancos son malos o hacen una función social? Los bancos gestionaban el dinero, y de este modo podían conectar el dinero de las personas con dinero pero sin intención de usarlo, con las personas con ideas y sin dinero para llevarlas a cabo. Bueno, la confianza en determinadas entidades bancarias se pierde y surgen nuevas relaciones económicas y sociales. Nuevas maneras de entender y practicar la economía surgen, banca ética, banca social, cooperativas financieras, crowfunding, teaming, mecenazgo, autopatrocinios...
Los proyectos de crowdfunding, mecenazgo y financiación colectiva cobran mucho protagonismo y permiten el desarrollo de interesantes iniciativas. Gracias al apoyo económico de un colectivo interesado en su puesta en marcha, que realiza pequeñas aportaciones de dinero, a cambio de unas recompensas relacionadas con la iniciativa que apoyan. Surgen también movimientos de autopatrocinio y auto esponsorización, iniciativas emprendedoras o deportivas que se patrocinan a sí mismos dando a conocer de este modo su proyecto en los eventos que participan u organizan. Como pueda ser el caso de estos dos locos: http://www.lanzanos.com/proyectos/gopro-para-imad-e-ivan/
De mi experiencia con ONG y Fundaciones me gusta mucho el concepto de apadrinar un proyecto. Puedes colaborar con ONG o Fundaciones mediante tu trabajo o aportando un cuota económica mensual, trimestral, anual... pero lo que me gusta es poder elegir a qué proyecto de los que llevan a cabo quieres destinar tu aportación. Elegir siempre mola. Como ejemplo, en Naya Nagar, mi aportación va destinada a su proyecto de centro de formación. http://nayanagar.org/proyectos
Impulsados por estas ideas y nuevas maneras de entender la economía nacen nuevos proyectos con maneras diferentes de hacer las cosas, y quizás así triunfen en estos tiempos de cambio.
Seguimos produciendo!! Empeñados en mejorar el mundo y disfrutar la aventura!! Gran día a tod@s! :)
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