Es una pregunta que me hice ya hace tiempo, y ayer volvió a asaltarme con fuerza. Es fácil hacerse esta
pregunta después de ver la película de “El juego de Ender”, en
cuyo mundo la respuesta es claramente: no. Aunque la película se
estrenó en 2013, el libro sobre el que está basado es de 1985, una
época en la que se han escrito y publicado muchas cosas importantes
y que aún hoy en día parece que no somos totalmente conscientes de
ellas. Del mismo año 1985 es la película “Enemigo mío”, que
también me vi ayer porque la tenía pendiente desde hace mucho y me
pareció muy oportuno verla a continuación. Esta tarde cinéfila
terminó con “El lobo de Wall Street”, ideal para replantearse
unas cuantas cosas sobre nuestra sociedad.
No sé si alguna vez os habéis
planteado si se puede educar para la paz o la guerra. La respuesta es
sí, sí se puede. Se puede educar para lo que quieras, todo es
aprendible. El miedo, el aprecio, el odio... Todo esto se aprende. Y
entonces, ¿qué aprendemos en nuestro sistema educativo? ¿Aprendemos paz o guerra? ¿Se educa para cooperar o competir? ¿Aprendemos a incluir o excluir? ¿Qué enseñamos a nuestros hijos? (Puedes pinchar en cada pregunta para ir a la reflexión correspondiente) Creo que nuestro
sistema educativo actual fomenta más la competición que la
colaboración o cooperación. Algo tan simple como el Win-Win, buscar
la resolución del conflicto en la que ambas partes ganan (no ya el Triple Win) creo que no se enseña aún en los centros educativos a
los que yo asistí, o no estuve suficientemente atento para
aprenderlo.
Mi recuerdo es que cuando había un
conflicto los superiores mediaban para que ambas partes cedieran en
sus posturas, creando una solución en la que ambas partes perdían y
con la que nadie estaba satisfecho, excepto los superiores porque
pensaban que el conflicto estaba resuelto. Que poco productivo me
parece esa frase de “ahora os pedís perdón y os dais la mano” o
un abrazo, o un beso. Creo que no se puede forzar u obligar el
perdón, con eso sólo consigues una falsa aceptación de tu solución
y creas un descontento interior además de una pérdida de la
confianza en la capacidad de los superiores para mediar en los
conflictos. Aún hoy en día me invade el sentimiento de
incompetencia cuando veo a alguien forzando la resolución de un
conflicto por perdón obligado.
Sin duda lleva más tiempo comprender el conflicto, comprender las posturas implicadas, y descubrir, entre
todos los implicados, los motivos e interpretaciones que han llevado
al conflicto. Es más fácil y rápido hacer un ejercicio de fuerza
mayor y obligar a la resolución del conflicto. Fácil y rápido,
pero no productivo ni beneficioso, quizás sí a corto plazo, pero no
a medio/largo plazo. Si no aprendemos a entender las causas de los
conflictos y no aprendemos a resolverlos satisfactoriamente para
ambas partes, estaremos condenados a seguir sufriendo nuevos
conflictos. Como bien dicen: quien no aprende de sus errores, está
condenado a repetirlos.
Nos educan para competir, tanto en la
educación formal, la reglada, la no reglada, y la informal. Nuestra
sociedad parece adorar la competición. Creo que la competición
tiene sus partes buenas, la parte de superación y mejora. Lo que no
me parece tan positivo es cómo se desarrolla muchas veces o lo que
provoca en muchas personas. Esa competición que no busca nuestro
mejor desempeño sino la trampa, el abuso, la superioridad, el
desprecio a los demás... Pienso que la competición con otros es el
principio de la guerra. No ya una guerra como las entendemos entre
países o facciones, pensad simplemente en empresas o colectivos.
¿Hay cooperación y colaboración? ¿o enfrentamientos fácilmente
comparables con guerras? Cuando como emprendedor piensas en ofrecer
algo nuevo al mundo, una de las primeras cosas que tienes que hacer
¿no es pensar en la competencia?
Es algo que está ya tan instaurado en
nuestra sociedad que nos sale solo, me ha costado darme cuenta de la
facilidad con la que empiezo a estudiar a la competencia para todo,
con cuanta naturalidad analizo sus puntos fuertes y débiles para
plantear una estrategia que me permita posicionarme y sacar ventaja
de ello. Naturalmente me sale considerar al resto de proyectos como
competencia y prepararme para el enfrentamiento. No digo que no haya
que hacerlo, no propongo la imposición de la alternativa,
simplemente me sorprende cuántas veces no somos conscientes de que
existen alternativas al enfrentamiento. Y esto no es de ahora, aunque
sigamos sin aplicarlo, estas reflexiones ya las han tenido muchas
personas hace mucho tiempo. Ya está todo dicho, pero resulta que
nadie estaba escuchando y hace falta repetirlo todo. En "El arte de la
guerra" (texto atribuido a Sun Tzu en el siglo IV antes de Cristo), no
recuerdo si plantea la posibilidad de encontrar una solución que
beneficie a ambas partes. Sí plantea en varias ocasiones que lo
mejor es ganar la guerra sin que esta llegue a producirse y para ello
ofrece algunas directrices para evitar el enfrentamiento.
Pienso que llevamos mucho tiempo
desoyendo verdades muy obvias y obviadas, pienso que hay mucho por
hacer, pienso que muchas cosas se pueden hacer mucho mejor, empezando
por el principio, empezando por la educación que damos, la que
recibimos y la que nos procuramos. Somos lo que aprendemos, y con eso
vivimos. Somos nuestra manera de mirar las cosas. Feliz vida! :)
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