Hoy voy a reflexionar un poquito sobre
estos conceptos o ideas. Igual no significan lo mismo para mí
que para vosotros, seguidme un poco y descubriremos si usáis estas
palabras del mismo modo que yo y si mis ideas al respecto os pueden
ser de utilidad.
Creo que de siempre me ha apasionado el
aprendizaje, ya sabéis, esta cualidad maravillosa que tenemos muchos
seres humanos de incorporar en nuestra mente y persona nuevas cosas,
de transformarnos y adquirir nuevas habilidades. Me parece una
habilidad maestra que nos permite infinidad de posibilidades, por eso
me fascina como ya compartí en la entrada La Vida, el juego de rol definitivo.
Este verano he conocido unas cuantas
personas muy interesantes que me han hecho pensar y repensar algunas
cosas. Siempre me ha sorprendido, y también me ha dado un poco de
rabia, encontrar a personas más jóvenes que hayan llegado antes que
yo a conclusiones o ideas que a mí me han costado bastante tiempo.
Lo reconozco, me considero un frikazo mental y estoy más
acostumbrado a debatir con personas más mayores sobre los
aprendizajes de la vida. Desde siempre me ha gustado hablar de cosas
profundas con personas más mayores y experimentadas que yo. Buscando
las instrucciones de la vida en los aprendizajes de los que van más
adelantados.
Pienso que todos tenemos el regalo
diario del tiempo y cada uno lo usa como quiere, por ello cada uno
somos diferentes y cada uno tiene más conocimientos y dominios sobre
unas cosas que otros. Me gusta, aunque piense que me ganen, conocer a
personas más jóvenes y sus ideas, es de las maravillas de
compartir, poder conocer y disfrutar los descubrimientos de otras
personas. El caso es que este verano tras el impacto inicial por
encontrar personas con aprendizajes vitales avanzados he vuelto a
reflexionar sobre el proceso de aprendizaje y algo que considero muy
importante, la diferencia entre saberlo y vivirlo.
Sí, esto creo que es muy importante,
no es lo mismo saber cómo se hace, que hacerlo. Por la misma razón
que no es lo mismo información que conocimiento, ni conocimiento que
sabiduría. Ya compartí mis reflexiones al respecto en la entrada
“defecto o exceso de información”. Varias veces he hablado con
algunas personas sobre la diferencia entre saber cómo se hacen las
cosas y vivirlas. Creo que hay un proceso de aprendizaje e
interiorización desde que descubres algo que te gustaría incorporar
en tu vida hasta que lo logras. Creo que discurre por las cuatro
etapas que dan título a la entrada: Intuición, sospecha, creencia y
convicción.
Intuición. Todos intuimos cosas, todos
tenemos un “algo” que nos hace pensar que hay algo más, o que
algunas cosas tienen explicaciones, que hay algo que podemos
descubrir. Primero pasamos por esa etapa en la que “algo” nos
hace sentir que hay algo más o que hay una explicación a nuestra
duda o interés.
Sospecha. Pasado un tiempo de esta
intuición intangible pasamos a una sospecha, un estado mental mucho
más claro, sospechamos que existe ese algo que buscamos, o esa
manera de alcanzar algo y supongo que es cuando empezamos a investigar.
Creencia. Puede ser que gracias a conocer
nuevas cosas de la sospecha pasemos al conocimiento y la
creencia. Ahora sabemos que existe, o bien que hay un método para
alcanzarlo o crearlo. A esta etapa solemos llegar con ayuda y acuerdo
de otras personas, estudios y opiniones.
Convicción. En la etapa de creencia
nos lo creemos pero quizás no lo hemos experimentado por nosotros
mismos, con lo cual podemos creérnoslo pero no tenemos la certeza o la
convicción de que es cierto al cien por cien. Nos hace falta
experimentarlo para convencernos de ello. Una vez que conseguimos
experimentarlo por nosotros mismos ya no existe duda alguna y por fin
se produce un avance cualitativo. Puedes creer saber cómo se monta
en bici o tener la certeza de que sabes montar en bici porque lo
estás haciendo. Y si todo fuera como montar en bici, una vez que lo
vives no lo olvidas, esto es el aprendizaje verdadero.
Os pongo un caso personal para ilustrarlo un poco mejor. De siempre he tenido la intuición y después
la sospecha de que mi vida tenía un propósito o un sentido, así
como la vida de todas las personas humanas. A raiz de estudiar
diferentes escritos, tradiciones, religiones y tratados filosóficos
podemos llegar a la creencia de que la vida humana tiene un sentido y
propósito.
Quizás es porque aún no entiendo muy bien el concepto
de la fe, pero para mí esto aún no era suficiente. Me falta
vivirlo, experimentarlo en mis carnes, vivir de verdad el sentido o
propósito de mi vida. Pienso que he tenido algunos destellos,
algunos guiños de la vida, algunas situaciones que parecían
quererme dar a entender que iba bien encaminado en mi búsqueda, pero
aún así me faltaba la certeza, la convicción indudable de que
estaba en lo cierto porque así lo vivía.
Es una gozada cuando consigues pasar de
conocer algo a vivirlo, por eso me gusta tanto la filosofía
práctica, o la aplicación práctica de todo, porque en teoría todo
vale, pero cuando lo vives no hay dudas. Actualmente creo que estoy
apunto de alcanzar la certeza de que el sentido o propósito de la
vida es disfrutarla. Queda muy bonito leerlo una y mil veces,
descubrir que muchas personas sabias han llegado a esa conclusión a
lo largo de la historia de la humanidad, pero quizás necesitemos
llegar a experimentarlo nosotros mismos por nuestra cuenta propia.
Este vídeo me emociona de un modo muy peculiar, para mí esto es el
disfrute de la vida porque sí, por naturaleza.
Simplemente compartir estas reflexiones
por si os son útiles en vuestra vida y vuestros procesos de
aprendizaje. La vida no es circular, es espiral, así que aunque
parezca que damos vueltas sobre lo mismo o repetimos situaciones,
cada vez lo hacemos un poquito más alto y así vamos afianzando el
aprendizaje. ¿Alguna opinión al respecto? ¿Has pasado de creer
algo a vivirlo? Quiero conocer tus experiencias, cuéntame! Sigamos
disfrutando la vida (por si acaso) :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario