viernes, 12 de septiembre de 2014

Intuición, sospecha, creencia y convicción.

Hoy voy a reflexionar un poquito sobre estos conceptos o ideas. Igual no significan lo mismo para mí que para vosotros, seguidme un poco y descubriremos si usáis estas palabras del mismo modo que yo y si mis ideas al respecto os pueden ser de utilidad.


Creo que de siempre me ha apasionado el aprendizaje, ya sabéis, esta cualidad maravillosa que tenemos muchos seres humanos de incorporar en nuestra mente y persona nuevas cosas, de transformarnos y adquirir nuevas habilidades. Me parece una habilidad maestra que nos permite infinidad de posibilidades, por eso me fascina como ya compartí en la entrada La Vida, el juego de rol definitivo.

Este verano he conocido unas cuantas personas muy interesantes que me han hecho pensar y repensar algunas cosas. Siempre me ha sorprendido, y también me ha dado un poco de rabia, encontrar a personas más jóvenes que hayan llegado antes que yo a conclusiones o ideas que a mí me han costado bastante tiempo. Lo reconozco, me considero un frikazo mental y estoy más acostumbrado a debatir con personas más mayores sobre los aprendizajes de la vida. Desde siempre me ha gustado hablar de cosas profundas con personas más mayores y experimentadas que yo. Buscando las instrucciones de la vida en los aprendizajes de los que van más adelantados.

Pienso que todos tenemos el regalo diario del tiempo y cada uno lo usa como quiere, por ello cada uno somos diferentes y cada uno tiene más conocimientos y dominios sobre unas cosas que otros. Me gusta, aunque piense que me ganen, conocer a personas más jóvenes y sus ideas, es de las maravillas de compartir, poder conocer y disfrutar los descubrimientos de otras personas. El caso es que este verano tras el impacto inicial por encontrar personas con aprendizajes vitales avanzados he vuelto a reflexionar sobre el proceso de aprendizaje y algo que considero muy importante, la diferencia entre saberlo y vivirlo.


Sí, esto creo que es muy importante, no es lo mismo saber cómo se hace, que hacerlo. Por la misma razón que no es lo mismo información que conocimiento, ni conocimiento que sabiduría. Ya compartí mis reflexiones al respecto en la entrada “defecto o exceso de información”. Varias veces he hablado con algunas personas sobre la diferencia entre saber cómo se hacen las cosas y vivirlas. Creo que hay un proceso de aprendizaje e interiorización desde que descubres algo que te gustaría incorporar en tu vida hasta que lo logras. Creo que discurre por las cuatro etapas que dan título a la entrada: Intuición, sospecha, creencia y convicción.

Intuición. Todos intuimos cosas, todos tenemos un “algo” que nos hace pensar que hay algo más, o que algunas cosas tienen explicaciones, que hay algo que podemos descubrir. Primero pasamos por esa etapa en la que “algo” nos hace sentir que hay algo más o que hay una explicación a nuestra duda o interés.

Sospecha. Pasado un tiempo de esta intuición intangible pasamos a una sospecha, un estado mental mucho más claro, sospechamos que existe ese algo que buscamos, o esa manera de alcanzar algo y supongo que es cuando empezamos a investigar.

Creencia. Puede ser que gracias a conocer nuevas cosas de la sospecha pasemos al conocimiento y la creencia. Ahora sabemos que existe, o bien que hay un método para alcanzarlo o crearlo. A esta etapa solemos llegar con ayuda y acuerdo de otras personas, estudios y opiniones.


Convicción. En la etapa de creencia nos lo creemos pero quizás no lo hemos experimentado por nosotros mismos, con lo cual podemos creérnoslo pero no tenemos la certeza o la convicción de que es cierto al cien por cien. Nos hace falta experimentarlo para convencernos de ello. Una vez que conseguimos experimentarlo por nosotros mismos ya no existe duda alguna y por fin se produce un avance cualitativo. Puedes creer saber cómo se monta en bici o tener la certeza de que sabes montar en bici porque lo estás haciendo. Y si todo fuera como montar en bici, una vez que lo vives no lo olvidas, esto es el aprendizaje verdadero.

Os pongo un caso personal para ilustrarlo un poco mejor. De siempre he tenido la intuición y después la sospecha de que mi vida tenía un propósito o un sentido, así como la vida de todas las personas humanas. A raiz de estudiar diferentes escritos, tradiciones, religiones y tratados filosóficos podemos llegar a la creencia de que la vida humana tiene un sentido y propósito.


Quizás es porque aún no entiendo muy bien el concepto de la fe, pero para mí esto aún no era suficiente. Me falta vivirlo, experimentarlo en mis carnes, vivir de verdad el sentido o propósito de mi vida. Pienso que he tenido algunos destellos, algunos guiños de la vida, algunas situaciones que parecían quererme dar a entender que iba bien encaminado en mi búsqueda, pero aún así me faltaba la certeza, la convicción indudable de que estaba en lo cierto porque así lo vivía.

Es una gozada cuando consigues pasar de conocer algo a vivirlo, por eso me gusta tanto la filosofía práctica, o la aplicación práctica de todo, porque en teoría todo vale, pero cuando lo vives no hay dudas. Actualmente creo que estoy apunto de alcanzar la certeza de que el sentido o propósito de la vida es disfrutarla. Queda muy bonito leerlo una y mil veces, descubrir que muchas personas sabias han llegado a esa conclusión a lo largo de la historia de la humanidad, pero quizás necesitemos llegar a experimentarlo nosotros mismos por nuestra cuenta propia. Este vídeo me emociona de un modo muy peculiar, para mí esto es el disfrute de la vida porque sí, por naturaleza.


Simplemente compartir estas reflexiones por si os son útiles en vuestra vida y vuestros procesos de aprendizaje. La vida no es circular, es espiral, así que aunque parezca que damos vueltas sobre lo mismo o repetimos situaciones, cada vez lo hacemos un poquito más alto y así vamos afianzando el aprendizaje. ¿Alguna opinión al respecto? ¿Has pasado de creer algo a vivirlo? Quiero conocer tus experiencias, cuéntame! Sigamos disfrutando la vida (por si acaso) :)


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