Hace unos días que he vuelto a casa tras casi todo el mes de Junio trabajando y conviviendo en las instalaciones de Alta Lai. Conocí estas instalaciones gracias a un amigo en la primavera de 2010 y me encantaron. En 2011 volví de nuevo a trabajar y como siempre disfruté los días e hice buenas amistades con grandes personas que allí trabajan. Han sido dos años sin volver por estar trabajando en otros proyectos y por fin este año tenía libre el mes de Junio para trabajar allí una vez más.
Que el sitio me tiene enamorado es
fácil de comprobar, el libro Un filósofo de campamento está
ambientado y basado en las actividades que allí realizamos. En los
próximos meses empezaremos a desarrollar el proyecto de Filosofía de Aventura en colaboración con Alta Lai Extreme y Escolaire. Cada
vez encuentro más beneficios en las actividades que podemos realizar
en este lugar para aprender a disfrutar mejor de nuestra vida.
Este mes he estado durmiendo en mi
tienda de campaña sobre el crashpad que utilizamos para amortiguar
las caídas en la escalada en bloque. Llevaba pocas cosas en la
maleta y aún así me han sobrado cosas que no he llegado a utilizar.
Realmente vivir puede ser un asunto muy sencillo que no requiere de
tantas posesiones, este ha sido uno de los aprendizajes que me traigo
de nuevo. Hace tiempo que me fascina una frase que dice “Ya está
todo dicho, pero resulta que nadie estaba escuchando y hace falta
repetirlo todo”, esta frase me reconcilia con la repetición y con
el habitual proceso de aprendizaje, olvido y recuerdo. Muchas cosas
que creíamos ya sabidas y aprendidas las olvidamos si no las
practicamos a diario y podemos tener nuevas oportunidades de
recordarlas.
Ha sido un mes de recuerdos, de nuevos
aprendizajes y refuerzo de algunos ya conocidos. La música, la
música considero que es una de las grandes claves para disfrutar de
la vida. Fascinante cómo nos mueve las emociones la música, cómo
nos alcanza y cómo nos conecta. Disfrutamos los últimos días de un
magnífico momento protagonizado por dos monitores que tocaban la
guitarra y una monitora que nos regaló su voz. Un par de grupos de
acampados se apiñaron en torno a los artistas y otros tantos
responsables y monitores también nos dejamos arropar por la música.
Pequeños momentos que te conectan con todo el arte que podemos
aportar a la vida, esa belleza que los humanos podemos crear y
regalar al mundo.
Volvimos a ser una pequeña gran
familia, cuando nos cuidamos entre nosotros, cuando nos ayudamos y
trabajamos juntos. Otro de los grandes placeres de la vida, disfrutar
de tu trabajo y la relación con tus compañeros y tus clientes. Para
mí es muy bonito el trabajo que allí hacemos, y una oportunidad que
tienen los participantes de experimentar nuevas actividades,
enfrentarse a retos y superar miedos. Hablo de nuestro trabajo en las
alturas y entre cuerdas, donde puedes vivir cómo personas en
crecimiento se enfrentan a sus miedos y los superan, cómo se atreven
a lanzarse y cómo disfrutan las sensaciones de altura, de estar
suspendidos en el aire por sólo una cuerda, de ser capaces de
levantarse por sí solos si se caen en un puente entre árboles, de
encontrar la manera de subir por una pared con o sin presas.
Aprenden a considerar el cansancio y el
dolor como otras variables más, no como barreras insuperables. Hay
mundo más allá del dolor y el cansancio, y descubren que son
capaces de dar aún más de sí, descubren sus reservas de energía y
su capacidad para seguir pese al cansancio y terminar la ruta o
ascenso. Luego queda mirar atrás y ver todo lo que han superado,
queda esa sonrisa de satisfacción, y me gustaría que quedara el
recuerdo de un límite superado, un recuerdo que les aliente cuando
se enfrenten a sus próximos retos.
La filosofía de aventura que
proponemos no es nada complicado, es algo tan sencillo como pararse a
pensar un poco sobre lo que acabamos de vivir, y sacar un aprendizaje
positivo de ello. Algo que en montaña solemos hacer cuando acaba el
día, cuando te curas las heridas, cuando haces balance del día y
preparas el plan para el día siguiente. Algo que quizás no hace
todo el mundo, y que siendo tan insultantemente sencillo transforma
radicalmente la calidad de nuestra vida diaria.
Me quedan más aprendizajes y
descubrimientos por compartir, y muchas ganas me traigo de seguir
avanzando y aportando al mundo. Ganas que me traigo tras
reencontrarme con amigos y conocer a nuevas personas con unas ganas
tremendas de trabajar con sentido por aportar calidad al mundo, por
hacer de este mundo un lugar más amable para todos, un lugar donde
disfrutar y aprender, y hay mucho por hacer, mucho por disfrutar,
mucho por VIVIR.
Seguimos sumando, seguimos disfrutando
de este regalo diario que es la vida.
"hay mucho por hacer, mucho por disfrutar, mucho por VIVIR." Yo me quedo con esto!
ResponderEliminar:) Mucho camino por recorrer, mucho por crear y sumar! Una aventura muy divertida! :)
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