Hoy me ha vuelto a asaltar la idea del
ser humano como un biocatalizador. Es una idea que mantengo desde
hace tiempo, aunque a veces se me olvide. Estoy leyendo el libro de
Patrick Rothfuss, “El temor de un hombre sabio”, me está
gustando, de momento tanto como el libro que le precede “El nombre
del viento”. Son libros de aventuras, de magos, ladrones,
caballeros... ambientado en un medievo mágico. El protagonista es un
héroe que cuenta la historia de su vida, habla bastante de sus
aprendizajes en una Universidad donde enseñan magia y otros
aprendizajes del día a día y su relación con los demás
personajes. Como lo estoy leyendo en el Kindle estoy disfrutando de
otra de las maravillosas opciones que ofrece, subrayar cosas y hacer anotaciones que te guarda en la página y a las
que luego puedes acceder directamente. Esto me permite no tener que
leer con un cuaderno al lado donde voy apuntando todo lo que me llama
la atención y me deja acceder luego a las anotaciones de un modo más
ordenado.
Tengo varias notas de frases o
fragmentos que considero verdaderas perlas. Algunas con mucho sentido
del humor, lo cual es muy útil porque refuerza nuestro recuerdo de
las cosas. La que me ha impulsado a escribir ahora es la siguiente,
una frase que podría no llamar la atención siquiera: “Pasé diez
horas allí, y el único acto de creación que conseguí fue
transformar por arte de magia casi un galón de café en una orina
maravillosa y aromática.” Además de ser mago el protagonista es
músico de nacimiento, en este caso estaba intentando componer,
cuando anteriormente ya se había dedicado a fabricar oro. Con esta
ambientación ha sido fácil recordar la idea del ser humano como un
catalizador, capaz de transformar el plomo en oro, además del café
en orina aromática.
A mi madre, mi tía y mi abuela les
encanta el Scrabble, un juego de mesa y tablero en el que formar
palabras con unas letras que tienes disponibles en tu atril. Cada
letra tiene un valor y en el tablero hay multiplicadores del valor de
la letra o la palabra completa. Es un juego interesante, donde tener
mucho conocimiento del idioma te permite componer mejores palabras.
Siempre me ha parecido que ellas transforman el plomo en oro en ese
juego, son capaces de crear palabras mucho más valiosas que la
mayoría de las personas que conozco partiendo de las mismas letras y
tablero. Ya conocemos el dicho popular “La Vida reparte las
cartas y a nosotros nos corresponde jugarlas”. He conocido
jugadores de mus que hacen verdaderas maravillas con pésimas cartas
gracias a su dominio del juego. La Vida es también un gran juego
donde nosotros podemos hacer maravillas con lo que nos ha tocado
gracias a nuestra creatividad, conocimiento y dominio de las reglas.
Eso es a lo que aspiro y para lo que me entreno, la excelencia, al
mejor uso de nuestras capacidades, y considero que las más
determinantes son las mentales.
Somos catalizadores, transformamos unas
cosas en otras, siguiendo con el lenguaje, de un montón de letras
sueltas podemos formar palabras, palabras que encierran información
para quien sepa traducirlas. Con las mismas letras podemos formar
palabras que levantan el ánimo como podemos formar palabras dañinas.
Y aquí experimentamos otra de las verdades obvias y obviadas de la
vida, “el ojo sólo vé aquello que comprende”. Este es un
ejercicio muy interesante ya que nuestra manera de aprender es a través de la
propia experiencia personal, pues como bien dice la frase “El
aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información.”
Como catalizadores, somos creadores y
transformadores, somos capaces de unir cosas que no se unirían por
sí solas, capaces de combinarlas y disociarlas, capaces de
transformarlas por completo sin vernos consumidos en el proceso. Esta
es la gran maravilla de un catalizador, que no se vé afectado en el
proceso. Realmente no somos catalizadores en el sentido estricto de
la definición, porque a veces sí podemos vernos afectados en el
proceso, para bien y para mal. Cuando hacemos una creación que nos
emociona nos transforma para bien, también puede darse el caso de
ciertas transformaciones que nos agotan. Todo esto no está al
alcance de cualquiera, cualquiera puede realizar combinaciones
sencillas, a medida que dominamos este arte podemos hacer
combinaciones más valiosas, hasta hacer alquimia y casi magia.
En el último campamento en el que he
trabajado que terminó esta semana, teníamos a un chaval que se
ofendía muchísimo por cualquier cosa que se escapara a lo que él
consideraba justo y adecuado. Me parece una actitud ante la vida que
conlleva mucho sufrimiento y se lo comenté en varias ocasiones “Si
te tomas todo así vas a tener muchos motivos para sufrir en la
vida”. Era fácil que se alterara hasta llegar a las lágrimas de
ira, y me costaba calmarle para que me escuchara y razonara conmigo.
Un día le dije unas palabras que no sé si las usará, pero que me
parecen muy útiles para todos. Otro chico le había insultado,
diciendo que su madre bebía y fumaba cuando estaba embarazada y por
eso él es como es ahora. El se había ofendido muchísimo y exigía
que los monitores castigáramos al otro chico. Le pregunté dónde
estaba el insulto en esas palabras, resulta que no eran verdad,
entonces, si no eran verdad, ¿por qué se ofendía tanto? Le dije
que no podía ofenderse por todas las mentiras o tonterías que
dijeran los demás, porque siempre habría alguien que dijera algo
con lo que él no estaría de acuerdo. Le pregunté que si se
enfadaría igual si un borracho, un tonto o un niño muy pequeño le
hubiera dicho eso. No se lo tomaría igual, así que le animé a que
considerara las opiniones que no le agradaban como las opiniones de
alguna de esas propuestas.
Esto es algo sobre lo que podemos dar
un par de vueltas, muchas veces consideramos las palabras de otras
personas como hechos y son sólo opiniones. Y una vuelta más,
incluso hacemos eso con nuestras propias palabras, que no dejan de
ser nuestra opinión y no un hecho. Mucho cuidado con las palabras
que usamos y las que aceptamos, son parte de nuestra magia. Volviendo
a la alquimia y la naturaleza de las cosas, científicamente se ha
llegado a la situación de que en el estado más básico y simple de las cosas todo se
reduce a energía e información. De estos dos conceptos está
formado todo en la vida, energía e información. La misma energía
con distinta información da resultados diferentes. Dedica un tiempo a asimilar esta información :)
Aprovechad todos estos descubrimientos,
u opiniones, para vuestra felicidad y la de todos, aprendamos a
manejar mejor la energía e información, seamos mejores alquimistas
y catalizadores. Feliz Vida! :)
Muy buenas, Daniel, soy Nuliyà. Te dejo una leyenda que va perfecta con tu publicación :)
ResponderEliminarEl Viejo Samurái
Había una vez en el antiguo Japón, un Viejo Samurái , ya retirado que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.
Sabiendo de la fama del viejo Samurái, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible. El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.
Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado esos insultos sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
-Si alguien te hace un regalo y tu no lo aceptas, ¿A quién pertenece ese regalo? -preguntó el samurái.
-A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.
-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo
Mil gracias! Me encanta que nos compartamos descubrimientos! Muy buena leyenda :)
EliminarTu frase de compartir ideas o manzanas es muy buena! Me apunto! :)
Mil gracias a ti por crear un rinconcito tan agradable y enriquecedor al que acudir
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