La primera célula, el más pequeño de los seres vivos, (leer con tono Punset si se quiere) en sus orígenes ya tuvo
que hacer esta elección. Tenía unos recursos y una estructura que
mantener, ¿cómo emplear esos recursos que tenía? ¿En
defender y proteger su estructura y su ser? Podía gastarlos en
construir defensas, mejorar su protección contra el exterior... pero
esto tenía un problema, ¿cómo obtiene la célula más recursos? Si no puede autogenerarlos tiene
que conseguirlos! Y para ello igual tiene que moverse o expandirse... lo cual
implica riesgos. ¿Cómo repartir entonces los recursos disponibles entre el mantenimiento y defensa de su ser y el gasto en desarrollar medios
para conseguirlos, tales como moverse y expandirse?
Si
llevamos las cosas al extremo veríamos que si la célula utiliza
todos sus recursos en defenderse, en protegerse, en cerrarse... acabará muriendo. Sin manera de conseguir más recursos si no nos
dedicamos a ello, tarde o temprano consumiríamos todos nuestros recursos y nosotros con ellos. Por el
contrario, si todo lo que hacemos es dedicarnos a obtener más
recursos sin preocuparnos de mantener la estructura o defendernos...
podríamos ser blanco fácil de los peligros del exterior, descomponernos y acabar desapareciendo igualmente.
¿Qué
decisión tomó la vida? Pues tantas como organismos e individuos
existen. La suerte es que nos ha tocado ser animales... y los
animales eligieron moverse. Las plantas eligieron ser menos móviles
y expandirse.
Hay que
llegar a un compromiso, un equilibrio en el gasto de recursos entre la manutención
y defensa del ser y la producción u obtención de nuevos recursos.
¿Qué proporción de tus recursos destinas a cada parte?
Uno
puede creer que puede jugar a no perder, pero creo que eso es
imposible, si te enquistas en una posición y te empeñas en
mantenerla y defenderla sin que te aporte nada acabas consumiéndote.
El balance de nuestro flujo es negativo, sólo consumimos en cosas
que no producen.
Siempre
perdemos, tiempo, energía... simplemente por ser, por existir ya
estamos consumiendo recursos, energía y tiempo. Asumamos que
vamos a perder, podemos intentar minimizar esas pérdidas,
economizar nuestros recursos, pero asumamos que son consumibles y que
caducan.
Si
asumimos que hagamos lo que hagamos vamos a perder algo, parece que
sólo nos queda la otra opción, jugar a ganar. Jugar a ganar más
de lo que perdemos, de modo que nuestro balance sea positivo. Que
aquello que ganamos supere las pérdidas, aunque en este caso quizá
no debería verse como pérdidas, sino como inversiones, gastos que
nos aportan mayor valor que lo que gastamos.
Cuando
tomamos decisiones, o cuando pensamos en nuestra vida
y todo lo que en ella podemos perder o ganar... ¿qué postura
adoptamos? ¿A qué jugamos? ¿Jugamos a mantener? ¿A no perder? ¿Podemos
jugar a eso siempre? ¿A qué nos va a llevar eso? ¿Qué nos puede
aportar ver la situación de otra manera? Asumir que algo vamos a
perder, tiempo, comodidad, vergüenza... y a cambio, ¿qué podemos
ganar? ¿A dónde nos llevará?
No creo
que los extremos sean la solución, la vida no ha tomado una única
solución, hay tantas soluciones como seres, cada cual puede elegir
que proporción de recursos destinar a cada parte, descubrir que hay más
maneras de hacer las cosas, quizá no siempre hay que hacer todas las
cosas igual, que hay más herramientas... ¿Jugamos?
Cuenta una breve historia que un buscador encontró al ser más sabio de toda la
existencia, y le preguntó: “¿Eres tú quien tiene todas las respuestas?” a lo
que éste respondió “¿Acaso tienes tú todas las preguntas? Las respuestas
cambian, y no son tan importantes como las preguntas. Las preguntas son las que nos hacen avanzar.”
Aquí tenéis entonces una pregunta que espero nos sirva para avanzar, ¿jugamos a ganar o a no perder? A disfrutar el camino! :)
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