Hace unas semanas el almendro que crece al pie de mi ventana empezó a florecer. Aún no estamos en primavera, no sé si es que tiene dos floraciones o es especialito. Yo pienso que mi almendro es un motivado de la vida, él no espera a la primavera, él la empieza por su cuenta, va abriendo camino.
No sé si os he contado ya una definición graciosa que leí hace tiempo de los Aries: Un Aries es aquella persona que se tira a la piscina sin mirar si está llena. Cuando se da el golpe con el suelo, se levanta, se sacude el polvo y comenta 'a ver si cambiamos el agua que está cogiendo cuerpo' jajajaja. Pues sí, somos así, abriendo camino, hijos de la primavera. Nos metemos en cualquier fregao animados por nuestras ilusiones, muchas veces no lo pensamos demasiado, no nos paramos mucho a valorar las cosas, las hacemos y ya iremos solucionando por el camino. Yo disfruto de ser así, también porque tengo la suerte de ir conociéndome y me voy viendo venir. Me voy preparando un buen juego de herramientas porque ya me espero que por el camino me tocará solucionar algunas cosas.
Hay otra frase que me gusta mucho, “No me digas motivos por los cuales no funcionará. Dime motivos por los cuales sí funcionará, los otros ya los solucionaremos.” Pues eso, que valorar las cosas esta muy bien, pero alguien tiene que empezar, si nos paramos a tenerlo todo super calculado igual no vamos a movernos nunca, así que pasemos a la acción en algún momento y confiemos en que encontraremos soluciones para lo que venga.
Volviendo al almendro. Me alegró mucho que empezara a florecer, pensé que la primavera se adelantaba y el frío por fin iba a irse de mi casa. 8ºC marca hoy el termómetro del salón. Me estoy haciendo experto en supervivencia a bajas temperaturas, no sabéis la alegría que da salir de casa y sentir que hace más calor fuera que dentro, empiezas el día con una sonrisa. :)
Bien, pues mi querido almendro que ya empezó la primavera por su cuenta se acaba de encontrar con unos días de nevar sin parar. Y ahí sigue, manteniendo las flores. Yo creo que lo tenía todo pensao, sabía a lo que venía. Él tiene su objetivo claro, y le da igual como se ponga el mundo, él a lo suyo. Yo me gozo la vida gracias a mi pauta explicativa, mi manera de contarme a mí mismo mi vida, lo que me pasa y lo que me ocurre no son nada comparado con cómo me cuento yo la película. A mi madre a veces no le gusta, pero yo soy más feliz así. Claro que me caigo, claro que me equivoco, claro que fracaso, fallo, pierdo y me pierdo. Pero me aburre sobremanera estar deprimido y ver la vida en tonos oscuros. Tengo un fantástico juego de filtros de color que no se gastan.
Me apunto a diversas aventuras, mi vida de aventura. Algunas son fantásticas, otras son épicas, cagadas épicas. Batacazos que hacen historia, bofetones que cambiaron el curso de la vida tal y como la conocíamos, guantazos que derrocaron reyes y asolaron reinos... (?véis cómo me flipo?) Y sí, me deprimo, unos minutos, unas horas, unos días, incluso hasta un mes entero creo que es mi récord actual. Hay quienes nos dicen que de los errores se aprende, bueno, el error en sí no te enseña, lo que te enseña es tu manera de solucionarlo. Y ahí es cuando agradezco mis errores, esas oportunidades de usar las herramientas que llevo en mi mochila, mi cabeza. La vida sin problemas no te permite desarrollar tu maestría como deshacedor de entuertos, no te lleva más allá de lo que tú creías posible. Son esos problemas, esos trampolines que te impulsan más allá de tus límites conocidos los que te permiten crecer.
Yo no sé si lo mío es un don o se puede aprender, yo creo que se puede aprender. El caso es que cuando me deprimo en seguida salta mi automático y empiezo a automotivarme. Ahora soy más consciente de ello. Antes sólo me daba cuenta cuando al estar yo deprimido me juntaba con alguien que también estaba deprimido, no sé como pero me salía una fuerza motivadora para animar al otro que acababa yo motivado también. Me hizo mucha gracia descubrirlo, el día que me dí cuenta pensaba que lo había perdido todo, que todo mi sistema de creencias era erróneo y que la vida no tenía sentido. Otra persona empezó a contarme sus penas y en mi estado no me veía capaz de responder, pero el caso es que activó algo dentro de mí, tan profundo que no se había roto en el último bofetón y aún seguía intacto y perfectamente funcional. Yo pensaba que lo había perdido todo, había borrado todo mi sistema de creencias para probar con uno nuevo, no había funcionado bien y no sabía volver a mi yo anterior.
De repente empecé a responder motivos para disfrutar la vida, para valorarse, para quererse, para salir a darlo todo, para no esperar nada del mundo sino crearlo uno mismo. Flipaba mientras me oía hablar a mí mismo. ¿Quién era ese? Pues parece que era mi profundo yo indestructible, incurable apasionado de la vida. Sí perdiendo todo, rompiendo todo, eso seguía ahí, eso era yo. Entonces pensé que no volvería a deprimirme nunca, já, pues no te queda vida por delante majo.
Volví a caer bien profundo, y ya sabía salir, pero esta vez probé a darme un tiempo por los bajos fondos del ánimo a ver si encontraba algo interesante. Nada demasiado interesante, al mes salí de allí gracias a mi capacidad automotivadora, rememorando éxitos. Ahora me vigilo para mantener mi motivación en niveles por encima del notable, que se vive mucho mejor así.
Anoche me deprimí una media hora, algo rápido, algo fácil. Salí de ahí en cuanto releí mi cuaderno de objetivos y proyectos. Esta muy bien que uno se defina unos objetivos, para saber qué quiere. Y no confundirlos con la ruta hacia ellos. Ayer me perdí en el camino, y pensé que había perdido mi objetivo. No, vi que mi objetivo sigue ahí, y que hay otros muchos caminos para llegar a ello.
No sé si publicaré mi primer libro a tiempo para la feria del libro de este año en Madrid. Mi vida de aventura ha cambiado tanto y tan rápido en estos meses que no he encontrado momento para terminarlo. Pero ese libro no es un objetivo, es un camino. El objetivo es que las personas, preferiblemente los jóvenes, aprendan a gestionar su motivación. Y ese objetivo lo consigo día a día de muchas maneras, así que no importa el camino. Podéis regalaros hoy unos minutos, ¿media hora? Para definir vuestros objetivos, y diferenciarlos de los caminos. Para no perder el ánimo si perdéis el camino. Uno puede ser responsable de su motivación y su ánimo. Ese es mi objetivo, que cada uno pueda ser autónomo en la gestión de su ánimo. No carguemos a los demás con la responsabilidad de nuestra alegría, seamos autónomos, brillemos por nosotros mismos, encendamos nuestra luz e iluminemos el mundo con nuestro color. :)
Pues esto es lo de hoy, lo de siempre, a ser felices, a disfrutar! A llevar nuestra primavera a través de la nieve!
No sé si os he contado ya una definición graciosa que leí hace tiempo de los Aries: Un Aries es aquella persona que se tira a la piscina sin mirar si está llena. Cuando se da el golpe con el suelo, se levanta, se sacude el polvo y comenta 'a ver si cambiamos el agua que está cogiendo cuerpo' jajajaja. Pues sí, somos así, abriendo camino, hijos de la primavera. Nos metemos en cualquier fregao animados por nuestras ilusiones, muchas veces no lo pensamos demasiado, no nos paramos mucho a valorar las cosas, las hacemos y ya iremos solucionando por el camino. Yo disfruto de ser así, también porque tengo la suerte de ir conociéndome y me voy viendo venir. Me voy preparando un buen juego de herramientas porque ya me espero que por el camino me tocará solucionar algunas cosas.
Hay otra frase que me gusta mucho, “No me digas motivos por los cuales no funcionará. Dime motivos por los cuales sí funcionará, los otros ya los solucionaremos.” Pues eso, que valorar las cosas esta muy bien, pero alguien tiene que empezar, si nos paramos a tenerlo todo super calculado igual no vamos a movernos nunca, así que pasemos a la acción en algún momento y confiemos en que encontraremos soluciones para lo que venga.
Volviendo al almendro. Me alegró mucho que empezara a florecer, pensé que la primavera se adelantaba y el frío por fin iba a irse de mi casa. 8ºC marca hoy el termómetro del salón. Me estoy haciendo experto en supervivencia a bajas temperaturas, no sabéis la alegría que da salir de casa y sentir que hace más calor fuera que dentro, empiezas el día con una sonrisa. :)
Bien, pues mi querido almendro que ya empezó la primavera por su cuenta se acaba de encontrar con unos días de nevar sin parar. Y ahí sigue, manteniendo las flores. Yo creo que lo tenía todo pensao, sabía a lo que venía. Él tiene su objetivo claro, y le da igual como se ponga el mundo, él a lo suyo. Yo me gozo la vida gracias a mi pauta explicativa, mi manera de contarme a mí mismo mi vida, lo que me pasa y lo que me ocurre no son nada comparado con cómo me cuento yo la película. A mi madre a veces no le gusta, pero yo soy más feliz así. Claro que me caigo, claro que me equivoco, claro que fracaso, fallo, pierdo y me pierdo. Pero me aburre sobremanera estar deprimido y ver la vida en tonos oscuros. Tengo un fantástico juego de filtros de color que no se gastan.
Me apunto a diversas aventuras, mi vida de aventura. Algunas son fantásticas, otras son épicas, cagadas épicas. Batacazos que hacen historia, bofetones que cambiaron el curso de la vida tal y como la conocíamos, guantazos que derrocaron reyes y asolaron reinos... (?véis cómo me flipo?) Y sí, me deprimo, unos minutos, unas horas, unos días, incluso hasta un mes entero creo que es mi récord actual. Hay quienes nos dicen que de los errores se aprende, bueno, el error en sí no te enseña, lo que te enseña es tu manera de solucionarlo. Y ahí es cuando agradezco mis errores, esas oportunidades de usar las herramientas que llevo en mi mochila, mi cabeza. La vida sin problemas no te permite desarrollar tu maestría como deshacedor de entuertos, no te lleva más allá de lo que tú creías posible. Son esos problemas, esos trampolines que te impulsan más allá de tus límites conocidos los que te permiten crecer.
Yo no sé si lo mío es un don o se puede aprender, yo creo que se puede aprender. El caso es que cuando me deprimo en seguida salta mi automático y empiezo a automotivarme. Ahora soy más consciente de ello. Antes sólo me daba cuenta cuando al estar yo deprimido me juntaba con alguien que también estaba deprimido, no sé como pero me salía una fuerza motivadora para animar al otro que acababa yo motivado también. Me hizo mucha gracia descubrirlo, el día que me dí cuenta pensaba que lo había perdido todo, que todo mi sistema de creencias era erróneo y que la vida no tenía sentido. Otra persona empezó a contarme sus penas y en mi estado no me veía capaz de responder, pero el caso es que activó algo dentro de mí, tan profundo que no se había roto en el último bofetón y aún seguía intacto y perfectamente funcional. Yo pensaba que lo había perdido todo, había borrado todo mi sistema de creencias para probar con uno nuevo, no había funcionado bien y no sabía volver a mi yo anterior.
De repente empecé a responder motivos para disfrutar la vida, para valorarse, para quererse, para salir a darlo todo, para no esperar nada del mundo sino crearlo uno mismo. Flipaba mientras me oía hablar a mí mismo. ¿Quién era ese? Pues parece que era mi profundo yo indestructible, incurable apasionado de la vida. Sí perdiendo todo, rompiendo todo, eso seguía ahí, eso era yo. Entonces pensé que no volvería a deprimirme nunca, já, pues no te queda vida por delante majo.
Volví a caer bien profundo, y ya sabía salir, pero esta vez probé a darme un tiempo por los bajos fondos del ánimo a ver si encontraba algo interesante. Nada demasiado interesante, al mes salí de allí gracias a mi capacidad automotivadora, rememorando éxitos. Ahora me vigilo para mantener mi motivación en niveles por encima del notable, que se vive mucho mejor así.
Anoche me deprimí una media hora, algo rápido, algo fácil. Salí de ahí en cuanto releí mi cuaderno de objetivos y proyectos. Esta muy bien que uno se defina unos objetivos, para saber qué quiere. Y no confundirlos con la ruta hacia ellos. Ayer me perdí en el camino, y pensé que había perdido mi objetivo. No, vi que mi objetivo sigue ahí, y que hay otros muchos caminos para llegar a ello.
No sé si publicaré mi primer libro a tiempo para la feria del libro de este año en Madrid. Mi vida de aventura ha cambiado tanto y tan rápido en estos meses que no he encontrado momento para terminarlo. Pero ese libro no es un objetivo, es un camino. El objetivo es que las personas, preferiblemente los jóvenes, aprendan a gestionar su motivación. Y ese objetivo lo consigo día a día de muchas maneras, así que no importa el camino. Podéis regalaros hoy unos minutos, ¿media hora? Para definir vuestros objetivos, y diferenciarlos de los caminos. Para no perder el ánimo si perdéis el camino. Uno puede ser responsable de su motivación y su ánimo. Ese es mi objetivo, que cada uno pueda ser autónomo en la gestión de su ánimo. No carguemos a los demás con la responsabilidad de nuestra alegría, seamos autónomos, brillemos por nosotros mismos, encendamos nuestra luz e iluminemos el mundo con nuestro color. :)
Pues esto es lo de hoy, lo de siempre, a ser felices, a disfrutar! A llevar nuestra primavera a través de la nieve!
Yo también tengo un almendro muy cerca de mi ventana, y este año anda revolucionado el pobre. Creo que cada vez florece antes... lo mismo, con suerte, al final acaba echando flores todos los meses del año :)
ResponderEliminarEnvidio que tú también seas capaz de hacerlo, como los almendros.
Gracias Maestra! Cada uno aportando lo suyo :) Gracias!
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