jueves, 25 de abril de 2013

Confianza y diosas

No soy licenciado en psicología ni psiquiatría, soy un rallao de la vida que llevo preguntándome cosas desde que tengo 10 años, llevo observando la vida dentro y fuera de mí y sacando mis propias conclusiones. Todo lo que opine se basa en mi propia experiencia personal.

Para mí la confianza en uno mismo se refuerza mediante una evaluación razonada de nuestras capacidades y estadísticas respecto a lo que nos proponemos. Como ya he comentado sobre la variación de la memoria en función de nuestro estado de ánimo, que nuestra memoria varíe no nos ayuda mucho a la hora de afianzar nuestra autoconfianza cuando más podemos necesitarla, que es cuando estamos más bajos de ánimos y confianza. En esos momentos nuestro ánimo afecta a nuestra memoria favoreciendo que recordemos preferentemente fracasos y situaciones poco motivantes.

Un cuaderno de éxitos, es entonces, una gran herramienta aliada para reforzar nuestra confianza ante un propósito; cuando dudemos de nuestra capacidad de alcanzarlo, un vistazo a nuestro cuaderno del éxito hará que nuestra confianza crezca.




En el cuaderno de éxitos tendremos apuntados todos los éxitos que nosotros consideremos como tales, del ámbito que sean y del tamaño y alcance que sea. Serán nuestras pruebas de que hemos conseguido nuestros propósitos en el pasado. Cuando dudemos de nuestras posibilidades de lograr nuevos éxitos en nuestros propósitos, estos éxitos pasados serán la base sobre la que sustentar nuestra confianza, pues, ¿Si ya he conseguido todo esto, por qué no voy a conseguir lo que ahora me propongo?

En momentos de miedo, de dudas, de nervios, nuestra confianza se vé atacada por fantasmas mentales creados por esta situación de duda y nervios en el que nos encontramos. Podemos tener una potente autodisciplina y fortaleza mental y apartar sin más esos fantasmas de nuestra mente, digo fantasmas, porque la mayoría de las veces no son reales, no tienen base ni cuerpo. Llegar hasta esa disciplina y fortaleza quizá no sea muy fácil, lo que resulta algo más sencillo es enfrentar esos fantasmas con hechos, con pruebas reales que desmientan lo que los fantasmas opinan.

¿Miedos ante un examen? Pueden estar correctamente basados en nuestra falta de preparación y conocimientos, sobre ello podemos actuar, preparándonos mejor. Si analizamos nuestros recursos y resulta que estamos perfectamente preparados, el miedo no tiene lugar. Nuestra confianza crece.




¿Miedo a equivocarnos, ponernos nerviosos y estropearlo? Si analizamos nuestras estadísticas reales, no las que recordamos entonces afectados por el miedo, quizá descubramos que en la mayoría de los casos hemos salido triunfantes de esos encuentros siempre que hemos estado bien preparados y tranquilos. Incluso algunas veces estando no tan bien preparados, pero estando tranquilos por no tener miedo a hacerlo mal, hemos conseguido también un buen resultado de la situación. El cuaderno de éxitos sirve entonces como registro de los resultados y nos permite obtener unas estadísticas a nuestro favor que refuercen nuestra confianza.

La confianza no es un estado de ánimo variable según el viento que sople, se basa en nuestros pensamientos del momento, en las afirmaciones que consideramos como ciertas y sobre las que sacamos nuestras conclusiones y con ellas calculamos las probabilidades de los diferentes resultados. Podemos trabajar sobre los hechos, podemos trabajar mejorando la gestión de la información y obtener de este modo mejores conclusiones y predisposición frente a nuestro reto.

Os voy a contar una historia personal, para mí es un éxito pilar que me fortalece mucho cuando dudo sobre el futuro resultado de mis propósitos. Después de esto me consideré capaz de superarme a mí mismo en casi cualquier cosa.



En mi facultad abundaban las diosas, esas chicas increíbles que no te dejaban estudiar tranquilo y muchos de mis amigos de otras facultades se venían a la nuestra, no a verme a mí, sino a ellas. Yo tenía dos o tres diosas personales, con las cuales conseguí con el paso del tiempo establecer una relación de amistad. Normalmente nadie se atrevía a dirigirse a sus diosas, imponen tanto que nadie se veía capaz de conseguir nada con ellas, ni siquiera articular dos frases coherentes.

Bueno, cómo solucioné esos muros de miedo con dos de ellas no es el caso de hoy, el caso de hoy es cómo superé mi vergüenza a dirigirme a mi diosa más inalcanzable. No voy a entrar en detalles, mis amigos saben de esta historia y todas las risas que provoca, el proceso y los resultados. Es más, existe la posibilidad de que esta diosa lea el post y se reconozca, y entonces tendré que darle explicaciones pues ella no es consciente de lo importante que ha sido para mí.

El caso es que quedaban apenas 4 días para mi último examen de la carrera, y con ello se acababa mi estancia en la facultad, con gusto no volvería a pasar mucho por allí. Esto significaba que no tendría más oportunidades de verla, nada más nos unía, no encontraba más manera de verla que no fuera estudiando por allí. Cuando fui consciente de eso no pude seguir estudiando, ¡no volvería a verla! Era mi momento de hacer algo, o no volvería a verla. ¿Miedos? todos los que quieras, ¿risas por parte de mis amigos? todas, ¿apoyo y ánimos? escasos. ¿Quién era yo para dirigirme a alguien como ella? ¿Qué tenía yo que ofrecer que estuviera a su altura? ¿Cómo podría interesarle de modo alguno?

Bueno, pues no encontré las respuestas a esas preguntas, pero si encontré otras cosas que me animaban en mi intención de dirigirme a ella. Primera: mi falta de vergüenza, no me daba tanta vergüenza como para no acercarme, aquí ya tenía un punto más que todos aquellos que no se acercaban a ella. Y lo segundo, que quería hacerlo y podía hacerlo, queriendo y pudiendo, ¿por qué no hacerlo?

Esas fueron las dos conclusiones que me proporcionaron el ánimo necesario para acercarme a hablar con ella. No lo conseguí al primer intento, fui traicionado por un miedo rebelde que me dominó a escasos metros de distancia e hizo que corrigiera mi trayectoria alejándome de donde ella estaba, provocando entonces el descojone general por parte de mis amigos. Al segundo intento llegar hasta ella no estaba tan fácil, pero ahora ya sí que sí, por mis narices acabaría hablando con ella, fuera cual fuera el resultado.

Y dando un salto muy grande y obviando todo el proceso, os resumo el resultado: conseguí quedar a tomar un café con ella y tres horas de conversación, la invité a ir juntos a un espectáculo y paseamos por la noche luego. Después de eso... fue ella quien me invitó a comer otro día!!

Si pude conseguir eso, ¿¿qué no podré conseguir que me proponga??





Nuestros miedos, me gusta verlos como guardianes de nuestros tesoros, a veces son igual que los espantapájaros que asustan a los pájaros, guardan las semillas que ellos quieren.

¿Cuáles son vuestros grandes éxitos? ¿Y vuestros grandes miedos? ¿Qué grandes éxitos guardan esos miedos?

Espero que mis historias os animen a disfrutar de la gran vida que merecéis. A por ello! A por todo! A disfrutar la vida!!

2 comentarios:

  1. gracias por compartir loq ue te arde adentro ..me motiva mucho lo que escribes.. ;)

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    1. Gracias tuch! Me alegra que te sirva, a disfrutar tu Vida todo lo que quieras! :)

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