- Todo el mundo sabe que se va a morir
-volvió a decir (Morrie)-, pero nadie se lo cree. Si nos lo
creyéramos, haríamos las cosas de otra manera.
- De modo que nos engañamos acerca de
la muerte -dije yo.
- Sí. Pero existe un planteamiento
mejor. El de saber que te vas a morir y estar preparado en cualquier
momento. Eso es mejor. Así, puedes llegar a estar verdaderamente más
comprometido en tu vida mientras vives.
- ¿Cómo puede uno estar preparado para
morir? -dije.
- Haz lo que hacen los budistas. Haz
que todos los días se te pose en el hombro un pajarito que te
pregunta: "¿Es este el día? ¿Estoy preparado? ¿Estoy haciendo
todo lo que tengo que hacer? ¿Estoy siendo la persona que quiero ser?"
Volvió la cabeza hacia su hombro como
si tuviera allí al pajarito en aquel momento. -¿Es este el día en que voy a morir?
Morrie tomaba libremente ideas de todas
las religiones... Le gustaban algunas ideas filosóficas del budismo y del
cristianismo, y seguía sintiéndose a gusto dentro de la cultura del
judaísmo. Era un ecléctico en cuestión de religión...
- La verdad, Mitch -me dijo-, es que
cuando aprendes a morir, aprendes a vivir.
Yo asentí con la cabeza.
- Voy a decirlo otra vez -dijo-. Cuando
aprendes a morir, aprendes a vivir.
Sonrió, y yo me dí cuenta de lo que
pretendía. Se estaba asegurando de que yo absorbía aquella idea sin
avergonzarme haciéndome una pregunta. Era una de las virtudes que lo
convertían en un buen maestro.
- ¿Pensabas mucho en la muerte antes de
ponerte enfermo? -le pregunté.
- No -respondió Morrie, sonriendo- Como ya he dicho, nadie
se cree de verdad que se va a morir.
- Pero todo el mundo conoce a alguien
que se ha muerto -dije yo-. ¿Por qué es tan difícil pensar en
morirse?
- Porque la mayoría de nosotros vamos
por ahí como sonámbulos -siguió diciendo Morrie-. En realidad, no
conocemos el mundo plenamente, porque estamos medio dormidos,
haciendo las cosas que automáticamente creemos que debemos hacer.
- ¿Y el hecho de enfrentarse a la muerte
lo cambia todo?
- Pues, sí. Te quitas de encima todas
esas tonterías y te centras en lo esencial. Cuando te das cuenta de
que te vas a morir, lo ves todo de una manera muy diferente.
Suspiro.
- Aprende a morir y aprenderás a
vivir.
Como tan bien dice Morrie Schwartz en
el libro de Mitch Albom “Martes con mi viejo profesor” (el
original en inglés “Tuesdays with Morrie”) muchas veces vivimos
sin plena consciencia de que vamos a morir, dando por supuestas
muchas cosas y sin valorar en su justa medida tantas otras. No hay
mucho más que añadir a esta idea tan potente. Cuando de verdad
conseguimos ver la vida como lo que es, la vivimos de otro modo.
En relación con esta idea me gusta una breve
historia india; cuenta de un príncipe que estando de viaje
encontró la cueva donde habitaba un anciano sabio y con curiosidad
entró a conocerle. En la cueva se encontró con muy pocas cosas,
apenas una esterilla, un par de mantas y enseres para cocinar,
entonces preguntó al sabio -¿Dónde están el resto de tus cosas,
tus muebles y tus posesiones?- El sabio le respondió -¿Y las tuyas?
¿Dónde están tus muebles?- El príncipe extrañado respondió -No
las llevo conmigo, sólo estoy de paso por aquí.- Sonriendo el
anciano dijo -Lo mismo que yo, sólo estoy de paso por aquí.-
Vivimos de paso, la vida no es un
estado permanente en el cual acomodarnos, es un viaje, con un inicio
y un final, no un lugar donde habitar por siempre. En tu mano está
disfrutar el viaje y vivirlo a tu gusto.
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