lunes, 22 de junio de 2015

Las edades de la Vida y sus valores

Hay una frase que seguro que habréis escuchado alguna vez, o incluso la habréis dicho o vivido: “Enamorada como una adolescente, he vuelto a tener 16 años”. ¿Verdad? Supongo que si hemos tenido un poco de suerte a esa edad andábamos enamorados, es la época más revolucionaria para las hormonas y cuando normalmente empezamos a explorar el mundo del amor y sus intensas emociones. Para según quienes habrá sido una época bonita y de recuerdo agradable o una época dura a la que muchas personas no quisieran volver por nada del mundo. Yo soy de los primeros, en general tengo un recuerdo agradable de casi todas las épocas de mi vida y especialmente de mis 16 años, una época en la que empiezas a sentirte un joven adulto todopoderoso y en la que tuve la convicción de que iba a comerme el mundo.


Por aquella época tenía un grupo de amigos que eran tres o cuatro años mayores que yo, lo cual sumó libertad y muchas más posibilidades a mis opciones de vida, teníamos coche y libertad para viajar a cualquier lugar sin hora o día de vuelta. Los días de aquellos veranos eran siempre ricos en opciones y llenos de experiencias. Y un día sucedió algo que es lo que viene al cuento, no recuerdo muy bien la situación con todos los detalles, recuerdo lo importante. Un par de personas estaban discutiendo y en un momento una de ellas preguntó a la otra: “Pero tú ¿cuántos años tienes?” A lo cual la esta respondió: “22, ¿y tú?” Quien preguntó respondió: “¿22 años? ¿22 años? ¡19 años tengo yo! Y esos ya no los vuelves a tener tú, ¡en tu vida!” Esta respuesta provocó carcajadas generales y se acabó la discusión.

En su momento quedó como algo gracioso y sin más, pero hace tiempo leí algo referente a vivir acorde a nuestra edad y lo volví a recordar. Según vamos cumpliendo años nuestras prioridades e intereses van cambiando y nosotros cambiamos y evolucionamos conforme a ellos y a eso parece que lo llamamos madurar. Con 8 años seguramente la política nos importaba bien poco y lo más importante era tener amigos con los que jugar, con 16 años quizás lo que más te importe sea aprobar los exámenes, tener algo de dinero y que la persona que te guste te haga caso. Con 20 años estás buscando trabajo, trabajando o sigues estudiando, (salvo que seas un NINI, de eso entonces yo no puedo hablarte) y uno de tus grandes logros es tener el carnet de conducir y quizás hasta coche propio. Con 22-23 años habrás tenido alguna crisis existencial o personal y quizás no sepas ni lo que quieres, ni lo que importa, ni lo que se supone que deberías querer o valorar, sigue adelante es normal, no es el fin del mundo. Con 25 años si has acabado la carrera (y el máster o doctorado o lo que toque) tu principal objetivo será trabajar de aquello que has estudiado (o de lo que se pueda).


Y a partir de los 25 años suele empezar la aventura (en caída libre). Hasta ahora parece que tenías metas marcadas, checkpoints que ir cumpliendo y alcanzando. Y es ahora cuando se supone que empiezas a dirigir tu vida y no quedan muchas más señales o hitos establecidos que alcanzar en la vida. Se supone que un trabajo (¿estable?), coche propio, una casa propia (¿o alquilada?), pareja estable ¿y familia? Quizás sea el momento para una nueva crisis existencial, o quizás no tengas tiempo para ello porque resulte que sí que tengas un trabajo y este te consuma tanto tiempo y energía que no tengas suficiente tiempo libre para pensar qué quieres hacer con tu vida y sólo sepas lo que tienes que hacer en el trabajo.

No puedo leer más allá de los 30, no sé personalmente cuáles son los retos, intereses o preocupaciones de las siguientes edades, sospecho que siguen siendo el trabajo, la pareja, la familia, la salud y el dinero. Lo que sí sé es que hay algo de lo que quizás no seamos conscientes a diario. Los años pasan y no vuelven, queramos o no volver a ellos, no volverán, los años pasados no los volveremos a vivir, forman ya parte de nuestro pasado y parece imposible volver a ellos. Parece que estamos condenados a vivir hacia adelante, a seguir avanzando año tras año por la vida sin retorno, y eso los afortunados que siguen sumando años en la vida. Recuerda esto cuando quizás te amargue envejecer, que hay quienes no tienen esa suerte o privilegio y ya dejaron de jugar entre nosotros. Lo que si parece posible es volver a experimentar algunas de las sensaciones que hemos vivido en esos años pasados. Podemos volver a ilusionarnos y disfrutar como niños, podemos volver a enamorarnos como adolescentes, podemos volver a cometer temeridades como antaño... ¿Y sólo eso?


Creo que no sólo eso, y aquí es donde viene la gran diferencia para mí. No tenemos la edad que tenemos ahora, no sólo tenemos esa edad; tenemos en nosotros todas las edades que ya hemos tenido. Seguimos teniendo en nosotros la ilusión de un niño de 8 años, las aspiraciones de un adolescente, la experiencia de un graduado, la veteranía y saber hacer de quienes llevan unos cuantos años de trabajo a sus espaldas. No estamos condenados a vivir sólo la edad que tenemos ahora, eso no es más que una opción, tenemos todas las habilidades y opciones que hemos tenido a lo largo de la vida, aunque a veces lo olvidemos y juguemos sólo con las cartas propias de nuestra edad actual. Podemos disfrutar como niños aún teniendo 40 años, podemos amar sin miedos como si tuviéramos 17 años, obviando desilusiones, temores y traumas pasados, en serio, intentadlo ;).

Podemos mirar al mundo con la ilusión de un joven, con la mente llena de ideas y de posibles, en vez de con la vista cansada de quien ha visto demasiados imposibles. Recuerda que así como vemos nuestros futuro vivimos nuestro presente. Utiliza bien todas las herramientas que tienes, elige cómo quieres ver la vida, cómo quieres vivirla. Si necesitas la inocencia de la infancia, la ilusión de la adolescencia y la fuerza, el arranque y el empuje de la juventud hazlas tuyas tengas la edad que tengas y sírvete bien de todo lo que es tuyo. Todas las edades que has tenido y todas sus ventajas están en ti esperando que las recuerdes, las desempolves y vuelvas a darles vida. La Vida es una gran aventura, vívela a tu gusto!


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